Así
lo demostró un estudio publicado en la revista Child Development en el
que se evaluaron a 170 familias que tenían al menos un niño con una edad
promedio de tres años. Los investigadores les pidieron a los padres que
indicaran la cantidad de veces que el móvil, el ordenador o la tablet
interrumpían el tiempo que pasaban con sus hijos. Un 11%
aseguró que nunca sucedía, un 17% que solo ocurría una vez al día, un 24%
afirmó que pasaba par de veces en la jornada y el 48% reveló que el teléfono
interrumpía la relación con sus hijos tres veces o más al día.
Al
evaluar el comportamiento de los niños de esas familias, los investigadores
encontraron que a medida que aumentaban las distracciones de los padres a causa
de la tecnología, también se incrementaban los problemas de conducta en los niños, como las pataletas, las reacciones
violentas y los enfados. Además, estos niños tenían más dificultades para
comunicarse con los demás y expresar sus emociones de forma asertiva, a la vez
que tenían una autoestima más baja.
Otra
investigación, esta vez realizada por expertos del Departamento de Pediatría
del Centro Médico de Boston analizó a 55 grupos de personas, en los que se
incluía al menos un niño y un adulto, en restaurantes de comida rápida de esa
ciudad. Los resultados mostraron que el 73% de los padres usaron el móvil
mientras estaban con sus hijos, y la mayoría de ellos prácticamente no les prestó
atención a sus pequeños durante toda la comida.
Lo
más interesante fue que cuanto más distraídos estaban los padres, peor se portaban los niños. Su propósito era llamar la atención de
los adultos y para ellos recurrían a todo tipo de trucos, desde tirar comida,
tener un berrinche o levantarse de su silla e ir a otras mesas. Sin embargo,
los padres en vez de percatarse de lo que sucedía, ante el mal comportamiento
de los niños, se mostraban más irritables y enfadados.
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