La
adicción al móvil es un problema que también afecta a los padres. De hecho, se estima que uno de cada cinco adultos
españoles es adicto al móvil, con las consecuentes implicaciones que esto tiene para su
productividad laboral, estabilidad emocional y relaciones interpersonales. Sin
embargo, lo que muchos padres pasa por alto es que su adicción al teléfono
también puede influir en la relación que mantienen con sus hijos, así como en
el desarrollo psicológico de los pequeños.
Según
los neurocientíficos, los tres primeros años de
vida de los niños son indispensables para el desarrollo de sus capacidades
emocionales, lingüísticas, sociales y conductuales. En este período se crean nuevas
conexiones neuronales que sientan las bases para el posterior desarrollo de
muchas de sus funciones cognitivas. Sin embargo, la formación de estas redes
neurales está condicionada en gran medida por la estimulación temprana que el pequeño
recibe del entorno, específicamente de la relación que establece con sus
padres.
Una
relación basada en el cariño y el amor en la que los padres están atentos a las
necesidades de sus hijos, en la que pasan tiempo juntos y existe una
comunicación abierta estimula el desarrollo cerebral infantil. En cambio, una
relación distante en la que los padres anteponen sus necesidades a las de los
niños y en la que apenas tienen en cuenta sus deseos no
solo deteriora el vínculo con sus hijos sino que también afecta el desarrollo
emocional y conductual de los pequeños.
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