jueves, 30 de noviembre de 2017

Artículo:Los bebes de 10 meses y la capacidad de inferir e interpretar los deseos y motivaciones (parteII)


Los investigadores mostraron a los bebés vídeos cortos de animaciones en que un dibujo, una bola roja con ojos, intentaba situarse junto a otro personaje y para ello tenía que realizar acciones, como saltar una valla más o menos alta, o subir una cuesta más o menos inclinada. En cada situación, la bola roja- decidía si para llegar al otro personaje –había dos distintos- se esforzaba y realizaba la acción necesaria o, por el contrario, desistía. En todos los vídeos, la bola solía realizar los esfuerzos necesarios para reunirse con un personaje, pero no con el otro.

Por último, enseñaron a los niños una escena en que la bola podía escoger entre los dos objetivos (los personajes que habían aparecido en los vídeos anteriormente, un triángulo verde y un cuadrado azul) pero esta vez sin tener que sortear ningún obstáculo. Los adultos o niños mayores asumirían que la bola elegiría el objetivo por el que más se hubiera esforzado en los vídeos anteriores. Y, según han observado los investigadores de Harvard-MIT, los bebés de 10 meses también. Cuando les mostraban una escena en que la bola no actuaba como era de esperar, se quedaban mirando la escena durante más rato, sorprendidos (La duración de la mirada en psicología del desarrollo se utiliza en estudios con bebés justamente para medir la sorpresa).

Según los investigadores, los resultados del estudio muestran que los niños son capaces de calcular el valor de un objetivo en función del esfuerzo que requiere conseguirlo. La conclusión del estudio no es una novedad, porque ya se había demostrado antes en adultos y niños mayores que pueden inferir las motivaciones de alguien observando el esfuerzo que pone en obtener un objetivo. Pero sí que lo es que lo hayan hallado en bebés tan pequeños. A pesar de ser incapaces de realizar las acciones que ven en pantalla, de hablar, de comunicarse con otros, están ya preparados para entender las acciones de los demás.

“La cuestión de fondo en esos experimentos es si esa capacidad es innata o es aprendida”, apunta la psicóloga Liu, del MIT. Y prosigue: “los bebés de esa edad no pueden realizar ninguna de las acciones que vieron en la animación, lo que deja la puerta abierta a dos posibilidades: o bien han estado viendo qué hacen otras personas o bien han interactuado con ellas para saber sobre sus intenciones. Pero los bebés de esa edad son pueden ni escalar muros ni saltar grietas, ni tampoco pueden hablar con otros sobre sus acciones, ni preguntar, por lo que realmente parece una capacidad emergente en el primer año de vida”.

 

Fuente: La Vanguardia

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