El uso de ciertas palabras como “caso sospechoso”, “aislamiento”, “virus de Wuhan”, “víctimas”, “personas que infectan”, “plaga”, etc. pueden ser interpretados de forma negativa potenciando actitudes estigmatizantes, reforzando ciertos estereotipos negativos existentes o asociaciones falsas entre la enfermedad y otros factores, así como deshumanizando a las personas que contraen la enfermedad y aumentando el miedo de la población. Así lo advierte la guía El estigma social asociado con la COVID-19. La guía, elaborada conjuntamente por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC), UNICEF y la Organización Mundial de la Salud, está especialmente dirigida a los medios de comunicación y responsables políticos y pretende prevenir el impacto de la estigmatización social de las personas con COVID-19 y sus familiares.
Tal y como se informa en el texto, al igual que ha sucedido en anteriores ocasiones con otros brotes epidémicos como el ébola, la actual pandemia sanitaria puede implicar que las personas con COVID-19 y sus familiares sean etiquetados o asociados a ciertos estereotipos, potenciando su discriminación. Esta estigmatización se fundamenta en el miedo que supone para la población enfrentarse a una nueva enfermedad desconocida y puede tener como consecuencia que las personas escondan su enfermedad, no busquen ayuda médica o no adopten comportamientos saludables.
Por este motivo, los autores de la guía subrayan la importancia de combatir esta estigmatización mediante tres líneas de acción: el cuidado del uso del lenguaje que se emplea al hablar del coronavirus y de las personas que presentan COVID-19, la adopción de una serie de reglas en la comunicación a través de las redes sociales y plataformas de comunicación y la eliminación o corrección de los posibles bulos y rumores falsos acerca de la enfermedad.
Así, entre otras recomendaciones prácticas, la guía aconseja el uso de términos como “personas que tienen COVID-19” o “personas que se están recuperando de COVID-19”, difundir información clara y fiable sobre las formas para prevenir la enfermedad, dar voz a las historias de personas que se han recuperado del COVID-19 o han ayudado a otros, asegurar que todos los grupos sociales y comunidades están representados en los materiales que se difundan a la población y adoptar un periodismo ético que no se centre en identificar a los “pacientes cero” o en difundir mensajes alarmistas en la población sino que proporcione contenido sobre buenas prácticas para la prevención, cuándo solicitar ayuda, etc.
Fuente: Infocop
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