Cuando un bebé llora, instintivamente acudes a calmarlo. A consolarlo cuando no consiga dormir. Es muy probable que te apetezca acomodarte a su lado y oler su pelo antes de dormir. Que te encante comerte a besos esos pies chiquititos y gorditos. Y por supuesto, tenerle en brazos. ¿Verdad?
¿Y entonces? ¿Tu instinto se equivoca? Incluso estando muy segura o seguro de cómo criar a tu bebé, pueden asaltarte las dudas en ciertos momentos. Sobre todo si eres primeriza o si estás en plena revolución de hormonas en el postparto. Y te preguntas: ¿estaré haciendo mal actuando así con mi bebé?
Cuando las dudas te acechen, párate, respira y piensa: ¿Dudarías de estar dando «demasiado cariño» a tu pareja? ¿O de consolar a alguien a quien quieres y te importa? Parece más que obvio que en ninguna de esas ocasiones, nadie te diría«no quieras tanto a tu pareja, que lo malcrías» o «no consueles a tu amiga/o, es mejor que pase sola/o el mal rato. Así aprende».
¿Por qué entonces, en el caso de los niños y niñas, existe esa tendencia al «desapego»? ¿Es la infancia una etapa especial en la que no hay que invertir en besos, en cariño o en amor? ¿O más bien, todo lo contrario?
Cada vez hay más evidencia de los estudios sobre la psicología evolutiva, que afirma que un entorno sin apego seguropara un bebé, donde exista una relación deficitaria de amor, empatía, escucha, contacto físico y visual provoca que esos niños y niñas evolucionen con carencias que se traducen en déficit cognitivo, problemas para expresar sus sentimientos y relacionarse con otras personas y patrones comportamentales tóxicos.
Tu hijo o tu hija no te está, en absoluto, «chantajeando» para que lo cojas en brazos o le duermas contigo, sino que está programado evolutivamente para actuar así. No es un chantaje, es instinto.
La idea principal de este estudio es que los niños y las niñas que han sido privados de ese apego seguro, es bastante probable que sean adultos con diferentes grados de carencias afectivas.
Fuente: criarconsentidocomun
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