Mejorar la respirabilidad con mascarilla pasa por un hecho elemental: mantener la respiración en calma. Ante el simple hecho de caminar de forma rápida, el organismo demanda una mayor oxigenación, lo que se traduce en una respiración más profunda y constante. Sin embargo, aumentar la frecuencia respiratoria es algo desaconsejable con la mascarilla.
“Las personas no deben usar mascarillas cuando hacen ejercicio, ya que pueden reducir la capacidad de respirar cómodamente”, recomienda la Organización Mundial de la Salud. Según un artículo publicado en el British Journal of Sports Medicine (BJSM): “Las mascarillas que restringen el flujo de aire pueden aumentar la tasa de esfuerzo percibido y disminuir el rendimiento durante el entrenamiento de resistencia. Las máscaras quirúrgicas puedenaumentar la percepción de disnea, pero no se han demostrado efectos negativos sobre el rendimiento aeróbico”.
el uso de una mascarilla durante el ejercicio puede, de hecho, simular el efecto fisiológico del entrenamiento de altitud, aunque a menor escala. Aunque es poco probable que esto sea un problema para la mayoría de las personas, podría serlo si las intensidades de ejercicio son mayores, particularmente para aquellos con problemas de salud subyacentes. “Por ello, las personas deben ser conscientes de su respiración durante el entrenamiento e ir un poco más despacio o tomar un descanso si sienten que su ritmo de trabajo es demasiado alto o si experimentan mareos o aturdimiento”, explican.
Asimismo, el calor puede provocar que la mascarilla se humedezca por el sudor. La OMS advierte que este hecho puede dificultar la respiración y promover el crecimiento de microorganismos. “Las condiciones cálidas y húmedas pueden empeorar el efecto de la respiración extenuante. El material que absorbe la humedad, como el poliéster, es una buena opción, pero puede causar irritación de la piel en personas sensibles”, indican desde el BJSM. En estos casos, se recomienda llevar una segunda mascarilla para reemplazar la húmeda.
Por otra parte, el sudor puede hacer complicado no tocarse la cara, por ello, es esencial mantener una buena higiene de manos antes y después de hacerlo. Algo que se puede conseguir con líquidos o sprays desinfectantes.
La mente juega en contra si luchamos contra la situación. Llevar mascarilla es incómodo, más aún cuando el organismo comienza a sudar por el calor o la humedad dificulta la respiración. “Es necesario adaptarnos a una realidad que no podemos controlar. Si nos anclamos en la queja, lo único que conseguiremos es sentir enfado, rabia, lo que nos llevará a la rumiación. Todas estas emociones junto con la ansiedad generan activación fisiológica queaumenta la frecuencia cardiaca y acelera la respiración. Si esto sucede cuando llevamos mascarilla nos pondremos aún más nerviosos”, comparte Cristina Mae Wood, psicóloga especializada en estrés y ansiedad en el centro Área Humana de Madrid.
Fuente: La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario