En las últimas décadas, varios
estudios han asociado el consumo moderado de alcohol la consabida copita de
vino al día con beneficios para la salud en general y el corazón en particular.
Estos datos positivos se han traducido incluso en recomendaciones de consumo.
Sin embargo, una nueva investigación señala que estas cualidades protectoras se
han sobrevalorado y que sus efectos positivos se limitan a casos muy
determinados.
En realidad, no es el primer
trabajo que echa por tierra los beneficios del consumo moderado de alcohol. En
2008, la Organización Mundial de la Salud ya señaló que "no hay un
nivel de consumo de alcohol libre de riesgos", tal y como
recuerda Aitor Sánchez, dietista-nutricionista de la Universidad de Granada.
Pero el 'mantra', continúa, está
tan instalado y ha calado tanto en la sociedad, que es difícil de
contrarrestar. "La recomendación ha sido tan intensa que casi se ha hecho creer
a la población que si dejabas de tomarte esa copita de vino estabas desperdiciando
una oportunidad de cuidar tu salud", señala.
La investigación que acaba de
publicar The British Medical Journal señala que la tan aclamada protección se
limitaría a las mujeres mayores de 65 años, si bien subraya que incluso en
estos casos es posible que se haya sobreestimado los efectos positivos. La OMS,
en su día, recalcó que la protección no era efectiva en jóvenes, que se había
observado en enfermedad isquémica, no en todas las cardiopatías, y que su
efecto era mínimo si se comparaba con el de una alimentación saludable y un
estilo de vida activo. "Con estos datos, en ningún
caso se puede justificar la promoción del alcohol, como se ha hecho",
señala Sánchez, quien subraya que "una cosa es decir que el consumo
moderado de alcohol puede ser compatible con una vida saludable, lo cual
es cierto" y otra muy distinta es afirmar que "este consumo es
mejor que la abstinencia".
Según la investigación publicada
en BMJ y coordinada por investigadores del University College de Londres (Reino
Unido), muchas de las investigaciones realizadas hasta ahora no habían tenido
en cuenta factores claves para evaluar el efecto real del alcohol ni habían
realizado una selección y seguimiento adecuados a sus poblaciones. Por eso,
tomaron datos de 10 cohortes representativas de la población inglesa y los analizaron
por dos grupos de edad (5064 años y más de 65 años) durante una media de 9 años.
Entre otras cosas, evaluaron su consumo de alcohol -mediante cuestionarios de autopercepción
y tuvieron en cuenta sus circunstancias personales, socioeconómicas y de estilo
de vida.
Los resultados mostraron que, en
comparación con los que no probaban ni una gota de alcohol, sólo las mujeres
mayores de 65 años parecían beneficiarse de un consumo moderado, aunque los científicos
señalan que tampoco en este caso puede garantizarse una relación directa.
En un editorial que acompaña a la
investigación en BMJ, Mike Daube, de la Curtin University de Australia aplaude
el trabajo y recuerda que ningún profesional de la salud debería recomendar
el consumo de alcohol, por pequeño que sea.
Coincide con su punto de vista
Vicente Arrarte, vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación
Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). "Entre otras cosas,
el alcohol aumenta la tensión arterial, potencia la enfermedad cardiovascular y
provoca graves daños hepáticos. No hay ninguna necesidad de tomarlo y no debería
recomendarse en ningún caso", señala.
Cuestión distinta, añade, es que
el paciente ya tome una cantidad muy moderada al día que, "si entra dentro
de unos límites que se establecen en función de cada persona, puede permitirse".
Fuente: el mundo
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