Deja ya el móvil”, “deja la
tableta”, “deja el ordenador”. Es decir esta frase y la mayoría de los
adolescentes fruncen el ceño. Pero hay que saber parar y hacer un buen uso de
la tecnología. Porque “engancharse” a Internet, al ordenador o al móvil
repercute en los resultados escolares.
Esto concluye uno de los mayores estudios
sobre la utilización de los aparatos tecnológicos entre los alumnos de ESO.
Investigadores de la UAB, el Institut Català de la Salut y Blanquerna- URL han
analizado la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación
(TIC) en 5.538 estudiantes de secundaria del Vallès Occidental durante el curso
2010-2011. Y los resultados dejan claro una cosa: los adolescentes que pasan
más de tres horas diarias con el
ordenador van peor en clase. “Hablamos del tiempo en el que hacen un uso lúdico
del ordenador y no un uso educativo”, aclara Raquel Muñoz, autora principal del
trabajo.
Por ejemplo, consultar el correo electrónico,
actualizar el Facebook, colgar una foto en Instagram o comprar algo a través de
la red. Cuantas más horas frente al
ordenador y menos supervisión de los padres, peores notas. El fracaso escolar
llega al 16% entre el alumnado que utiliza el ordenador menos de una hora al
día; al 17% en el grupo que está frente a este aparato entre una y dos horas y
al 20% de los que “consumen” PC entre dos y tres horas. A partir de las tres horas
diarias, el fracaso escolar se dispara y afecta al 29% de alumnos.
Entonces, ¿los que no acceden nunca
al ordenador de forma lúdica son los más listos? Resulta que no. El 27% de los
adolescentes que no toca un PC o portátil –una minoría– también tiene un rendimiento
escolar bajo.
Los investigadores han realizado una
enorme foto fija de los usos tecnológicos de los adolescentes y preparan otro
trabajo sobre el riesgo de adicción. En este analizarán con más profundidad la
relación entre el fracaso escolar y un “abuso” de las TIC. Pero ya pueden
aventurar algunas hipótesis. “Es posible que los chicos más consumidores de
tecnología presenten una actitud más negativa hacia el estudio, que se dediquen
menos”. También que tengan una personalidad que le hace más proclives a
engancharse, ya sea al móvil a Internet o a las drogas. A esto se sumaría que las
normas en casa podrían ser más laxas, que los padres no se hayan preocupado lo
suficiente por lo que hacen. “Pero todo esto está por ver”, insiste Muñoz.
En el caso de los que no se
conectan nunca, “intuimos una falta de motivación general; porque si casi todos
los encuestados tienen ordenador en casa, ¿cómo es que existe un grupo que no
lo utiliza?”, se pregunta esta investigadora.
Y otra cuestión que tener en cuenta:
el estudio se realizó en el curso 2010-2011, cuando el uso de WhatsApp y de los
móviles con conexión a Internet no estaba tan extendido entre los alumnos de
ESO como ahora. Muñoz cree que si el análisis se realizara este año, además del
ordenador, hablaríamos del móvil. De
hecho, la edad a la que los alumnos tienen su primer teléfono baja cada vez
más. El estudio señala que el 89% de los jóvenes tiene su primer móvil antes de
los 13 años. Y en 4º de ESO sólo un 5% carece de este aparato.
El trabajo apunta a otra relación
preocupante: los adolescentes que usan de forma intensiva estas tecnologías y
cuyos padres no están por ellos también consumen más alcohol, tabaco y drogas. Por
ejemplo, en primero de ESO, el 11% de los alumnos que están
frente al ordenador más de tres horas al día se han emborrachado en alguna
ocasión, y el 10% ha probado la marihuana.
En cambio, entre los que usan el PC
menos de tres horas diarias los porcentajes bajan a un 4% y un 2%
respectivamente. Aquí podría entrar en juego el factor “personalidad” y
ambiente familiar.
¿Son malas entonces las
tecnologías?
“En absoluto”, dice rotunda
Muñoz. Los autores del estudio no son ningunos tecnófobos y defienden las
inmensas posibilidades que ofrecen la tecnología y el acceso a Internet. Pero
sí consideran crucial la “educación TIC”. “Necesitamos campañas de prevención
en primaria y ESO sobre el mal uso de la tecnología, antes de que aparezca la
conducta de riesgo”, subraya Muñoz. Así se evitarían posibles adicciones y una
bajada de los resultados escolares. En este sentido, la investigación llama la
atención sobre el curso en el que se difunden las campañas de prevención sobre drogas,
tabaco y alcohol. La mayoría en 4º de ESO, cuando el consumo de sustancias sube
sobre todo entre 2º y 3º de ESO.
Los padres, por su parte,
deberían acompañar a sus hijos en estas actividades y supervisarlos, añade el
estudio. Dos tercios de los jóvenes de 15 y 16 años navegan solos y el 62% no
tiene normas para acceder a la red.
Fuente: la Vanguardia (29 de enero, pag. 24-25)
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