Conocer las intenciones de los
demás...
Desde que somos pequeños
imitamos. Primero los gestos de nuestra madre, más adelante jugamos a ser
médicos, cocineros, policías, etc. En la adolescencia tenemos ídolos y
personas a las que emulamos y de mayores algunos emulan ser personas de éxito y
también siguen jugando a médicos.
Durante toda nuestra vida imitamos y nos ponemos en el lugar del otro,
incluso fingimos ser alguien que no somos. Esta es la razón por la que existe
el cine y el teatro, surge de nuestra necesidad de imitar y de vivir otra
realidad.
A diferencia de los monos, que
también tiene neuronas espejo que se activan cuando ven a otro realizar una
acción, nosotros somos capaces de interpretar si alguien esta simulando, de
conocer la intencionalidad o de hacer hipótesis sobre ella. Quizá esta es una
de las características que nos diferencian, tenemos la habilidad de poner nombre a las acciones y además
hacer hipótesis, muchas veces acertadas y otras malintencionadas,
sobre la intención del otro.
Las neuronas espejo se pueden activar tanto oyendo, viendo, haciendo o
pensando una acción, pero no va a tener el mismo impacto cada una de
estas, por eso, al ver algo podemos reconocer mejor la situación que oyéndola.
De hecho, los seres humanos trabajamos esencialmente con información visual,
aunque el resto de sentidos sean igual de importantes.
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