Las emociones son contagiosas, y es que... somos muy influenciables. Tanto
que, el estado de ánimo de los demás nos
puede afectar, haciendo que nuestro humor cambie. Cuando alguien con
quien trabajamos está triste y su rostro nos transmite esa tristeza, no solo
somos capaces de saber que algo le pasa, sino que además nuestro ánimo puede
verse afectado; y es que la empatía no solo nos permite conocer lo que el otro
piensa, también nos permite ponernos en su lugar, con sus circunstancias.
Además se ha comprobado que forzar la risa puede hacer que te sientas mejor.
Haz la prueba: un día que te sientas decaído, ríete. El simple hecho de fingir
la emoción de la alegría hará que te sientas mejor. También lo hará el estar
con un grupo de amigos que no para de bromear y, aunque tengas un día horrible,
seguramente las risas de los demás te contagiarán.
Teniendo en cuenta que las
emociones de los demás pueden ser muy contagiosas y afectarnos, el exponernos a
acciones que realizan los demás también puede serlo, sobre todo a una edad
temprana. Así, la exposición a la
violencia en los niños por medio de la televisión puede aumentar el grado de
violencia en su conducta, ya que tendemos a imitar lo que vemos,
teniendo en cuenta que no somos robots y podemos elegir nuestros actos.
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