Los seres humanos sabemos reconocer los gestos de otras personas, podemos
identificar las emociones solo mirando a la cara de alguien. Podemos no
conocer ni siquiera a ese alguien, pero eso no impide que hagamos
hipótesis de cómo se siente y en que en muchas ocasiones acertemos.
Así, cuando vemos a alguien en
apuros o cayéndose casi podemos sentir el miedo o el dolor como si fuera
propio. Además este tipo de transferencia es innata. Dicho esto, preguntémonos,
¿qué mecanismo hace esto posible en nuestro cerebro? Todo apunta a las neuronas
espejo y su conexión con diferentes áreas cerebrales.
Así, las neuronas espejo también tendrían que ver con la interpretación que
hacemos de las acciones. No solo podrían ayudarnos a interiorizar y
repetir una acción que acabamos de ver, sino que gracias a ellas podríamos
entenderlas y darles sentido, entender por qué los demás actúan de cierta
manera y si necesitan nuestra ayuda.
Cuando estas neuronas
especializadas se activan otras zonas del cerebro también lo hacen, como el sistema
límbico de esta manera, nos permiten ser capaces de reconocer gestos faciales,
acceder a nuestros recuerdos y aprendizajes previos y unir toda esta
información para interpretar la situación y darle un significado.
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